LA NEOCULTURA MESTIZA - PIGMENTOCRACIA Y CASTAS

La raíz ibérica

La raíz aborigen

La raíz africana

La raíz cosmopolita

 

"No se me ocurre negar que la vida marcha siempre en sentido de progresiva especialización. Pero es precisamente la aberración típica de nuestra época olvidar que la vida primaria e indiferenciada perdura bajo este especialismo. Y no sólo perdura, sino que progresa también a su modo".
(Ortega y Gasset, 0-3, Vol. II, p. 281)

"El elemento faltante en la explicación (de los enigmas de una sociedad) parece ser la comprensión de la motivación y la conducta de los individuos que forman el sacerdocio de la vida pública, y de aquéllos que los siguen inarticuladamente."
(Crassweller, C-71, p.9)


     El contacto e influencia recíproca entre los siglos XV y XX de cuatro grandes raíces culturales, cada una de las cuales, además, era ya el resultado variopinto de mezclas más antiguas, dará nacimiento y desarrollo a las neoculturas criollas. El proceso será caótico, jalonado por episodios y períodos relativamente benignos y por etapas de conflictos durísimos. Todavía no ha sido completado. El resultado constituye el gran paideuma(1) de los casi trescientos cincuenta millones de pobladores de Latinoamérica y el Caribe, subdividido en un mosaico de subtipos. Así, la mayoría, serán grupos con predominio indoibérico; habrá otros con tendencias más marcadas hacia lo afroamericano; otros, cuya raíz europea no es ibérica sino francesa, inglesa u holandesa, como en las Guayanas, algunas Antillas o las costas del Caribe(2); y hasta existirán algunos grupos chino-americanos en la costa del Pacífico e hindú-americanos en Trinidad. Un análisis más profundo puede todavía diagnosticar ramificaciones en subtipos más finos. En fecha mucho más reciente se han agregado a la mezcla raíces cosmopolitas.
     Las expresiones criollo en español, crioulo, en portugués, créole, en francés, fueron usadas inicialmente para nombrar a los europeos nacidos y criados en América, como sinónimo del adjetivo indiano, aunque este último se fue reservando preferentemente para los españoles que regresaban a la madre patria desde América, frecuentemente enriquecidos. Una de las definiciones antiguas aypdará a la interpretación:

"A los hijos de español y de española nacidos allá dicen criollos o criollas por decir que son nacidos en Indias. Es nombre que lo inventaron los negros (..). Quiere decir entre ellos negro nacido en Indias, inventáronlo para diferenciar los que van de acá, nacidos en Guinea, de los que nacen allá porque se tienen por más honrados y de más calidad por haber nacido en la patria que no sus hijos porque nacieron en la ajena, y los padres se ofenden si les llaman criollos".
(Garcilaso, G-25, p. 373)

     Hasta las guerras de la Independencia la palabra criollo sería aplicada fundamentalmente en esta primera acepción, que marcaba claramente la división entre españoles peninsulares y españoles criollos, creciente desde inicios mismos de la conquista y colonización. Con el paso del tiempo, al hacerse evidente la progresiva infiltración de sangre y elementos culturales aborígenes y africanos hasta en los grupos de más rancia estirpe caucásica, la palabra criollo como sustantivo o adjetivo se extendería a todas las manifestaciones híbridas de los pueblos y culturas de Latinoamérica (Arrom, A-43). En este texto, para evitar confusiones, usaremos la palabra criollo en la segunda acepción y, para referirnos a la primera, adjetivada, utilizaremos las formas europeo criollo, españoles criollos, etc.
     Todos los miembros de la gran familia de paideumas criollos tienen en común la integración de componentes occidentales con componentes tradicionales o folk(3), caracterizados por un bajo tecnotropismo(4).
     Los caracteres comunes de este conglomerado tan vasto son suficientemente definidos para justificar su tratamiento en conjunto, aunque admitiendo los grupos internos en que puede subdividirse (Lockhart & Schwartz, L-33).
     Con razón se ha dicho:

"El intento de escribir una serie de estudios sobre historia comparada de los pueblos de nuestra América Latina se debe a la convicción de que no sólo tienen ellos un pretérito que les es común, sino que padecen hoy un drama que les es igualmente común."
(Bagú, B-2, p. 7)

     Dentro de este gran grupo cultural se incluyen las subculturas de cada subgrupo de países, las de cada una de las naciones, y dentro de cada nación los analistas finos, pueden diferenciar culturas regionales, provinciales, etc. Nosotros analizaremos la realidad argentina dentro de este contexto amplio de la familia cultural criolla.
     El rasgo que nunca será exageradamente destacado en todo estudio del tema es que la población de la América Latina incorporó la miscegenación interracial y la hibridación resultante como factores omnipresentes. Ninguno de los restantes contactos de razas que se produjeron durante la expansión de Occidente, entre los siglos XV y XIX, produciría un predominio equivalente de la población biológica y culturalmente mestiza. Esto puede atribuirse sin esfuerzo a la idiosincrasia de los ibéricos y le imprimió a la población criolla subsiguiente caracteres típicos y masivos.
     A la vez, el bajo tecnotropismo de los componentes folk, por diversos mecanismos psico-sociales, se refleja en la personalidad de los descendientes híbridos. Esto crea un juego de factores limitantes que afectan negativamente el comportamiento individual y colectivo, lo que determina, a su vez, instituciones débiles e ineficaces. El resultado es un deslizamiento hacia el Tercer Mundo de las neoculturas derivadas (Ras, R-7; R-8; R-9).
     A partir de los primeros contactos, ya fueran amigables o sañudos, los miembros de ambos niveles culturales deberían coexistir en comunidades mixtas, en las cuales unos, los caucásicos, generalmente los menos, actuarían como amos arrogantes y despectivos en su superioridad tecnológica absoluta, que les daba el control de la fuerza, en tanto que los otros, malgrado su superioridad numérica, se verían constreñidos a sufrir la servidumbre, el desprecio y el despojo de sus recursos a manos de los primeros.
     El derrumbe del mundo aborigen se traduciría en una melancolía profunda, el estupor o pasmo ante un extraño provisto de herramientas abrumadoramente superiores (Pagés Larraya, P-2).
     Ni el paso del tiempo, ni la marcha de las cosas ofrecerían explicaciones al indio por la impotencia de sus guerreros, de sus ídolos y de sus hechiceros para conjurar la soberbia de quienes adquirían día a día mayor supremacía, a despecho de su número insignificante. El derrotismo sería evidente en los aborígenes tribales, pero han quedado numerosas evidencias de la profunda desazón del indio frente a la catástrofe también en aquéllos que podían ufanarse de un pasado grandioso.
     Para el caso del Tahuantinsuyu:

"Yo me acuerdo por mis ojos haber visto a indios viejos, estando a la vista del Cuzco, mirar contra la ciudad y alzar un alarido grande, el cual se les convertía en lágrimas salidas de tristeza, contemplando el tiempo presente y acordándose del pasado, donde en aquella ciudad por tantos años tuvieron señores de sus naturales, que supieron atraerlos a su servicio y amistad de otra manera que los españoles"
(Cieza de León, C-49, Cap. XIII, p. 84)

     Y para México:

"Como no cesó por la venida de los españoles, y porque ellos derrocaron y echaron por tierra todas las costumbres y maneras de regir que tenían estos naturales, y quisieron reducirlos a la manera de vivir de España, así en las cosas divinas como en las humanas, teniendo entendido que eran idólatras y bárbaros, perdióse todo el regimiento que tenían."
(Sahagún, S-10; Libro Décimo, Cap. XXVII)

     O tal vez más grave, la interpretación de Octavio Paz:

"La conquista de México sería inexplicable sin la traición de los dioses, que reniegan de su pueblo..."
(P-14, p. 50)

     Lo que Pagés Larraya denomina kenosis (P-3, p. V-g).
     Buena parte de los rasgos de las culturas criollas han recibido atención amplia en obras anteriores. No hay mucho novedoso que agregar a conceptos ya clásicos como pigmentocracia, o al sistema de castas que se constituyó en las comunidades latinoamericanas. Otros conceptos, valores y actitudes requerirán mayor análisis y hasta, en algunos casos, replanteos profundos.

Notas al pie

(1) Utilizaremos la expresión paideuma por oposición a Bildung para definir a todo lo bueno y todo lo malo que cree, siente, piensa y hace un grupo humano. Es sinónimo de mentalidad, sentimiento, inconsciente colectivo, plan de vida, estilo, temperamento, alma, carácter, identidad, forma de ser, civilización, ethos o Gestalt de unas comunidades que la distinguen de otras (Jacovella, J-3; Ras, R-7). Algunas de estas expresiones tienen más de una acepción.

(2) La existencia de este grupo, en el cual el aporte occidental no fue ibérico, explica la aparición de las expresiones Latinoamérica y latinoamericano. Sugeridas inicialmente por José María Caicedo, un colombiano radicado en Francia, serían utilizadas por primera vez públicamente por un ministro de Napoleón III, en 1836. En ese momento fueron probablemente una manifestación de la tradicional desconfianza francesa hacia el anglogermanismo (Andino, A-28) que resurge periódicamente hasta en nuestros días. Con el paso del tiempo la expresión latinoamericano ha perdurado en la polarización de las américas latina y sajona, subrayando sutilmente la presencia en la primera del elemento cultural arcaico, sea aborigen, africano o hindú, lo que excluye, por ejemplo, al Canadá, y también el carácter no-excluyente del iberismo. Ambos caracteres unidos resultan más claramente diferenciales que la remota identificación de españoles y portugueses como latinos señalada por algunos (Marías, M-21; Urbanski, U-3).

(3) La palabra folk, inicialmente referida a los relatos, cantos y bailes de las poblaciones primitivas y sus derivaciones mágico-religiosas, ha ido extendiéndose hasta abarcar diversas manifestaciones culturales ancestrales y hasta no-racionales, como el amor a la tierra, creencias y supersticiones varias, etc.

(4) La expresión tecnotropismo define a un parámetro múltiple de comportamiento de una comunidad en conjunto reflejando su disposición y talento para manejar ciencias y técnicas derivadas. Engloba desde la aptitud para crear y fortalecer instituciones y disciplinas políticas, administrativas y jurídicas eficaces, hasta la eficiencia y responsabilidad empresaria y laboral. La convivencia y producción con reglas tecnotrópicas eleva la productividad general y acelera la acumulación de capital en que se funda la modernidad. El antónimo de tecnotropismo es tecnofobia.