MESTIZAJE, BARBARIE Y CIVILIZACIÓN
El mestizaje en América Latina
Raza y cultura
Paideuma e identidad
El genio de las culturas
Tecnofobia y tecnotropismo
Bárbaros y civilizados
Personalidad realizadora y capital social
La escala mundial del tecnotropismo
El balance de coloniaje y mestización

"La aproximación al tema depende fundamentalmente de los efectos que tiene en la humanidad actual la expansión de la cultura científica y tecnológica, proceso histórico que, hoy en día, se presenta como inevitable -y casi como un determinismo histórico- y que ha tenido la virtud (o el vicio) de ser empíricamente ecuménico. Es decir, se trata de una cultura que, en la historia de la humanidad conocida, por primera vez se ha hecho planetaria, destruyendo, transformando o poniendo en duda -para bien o para mal- otras culturas; y lo ha hecho sin contemplaciones."
(Agulla, A-15, p. 23)

"La dicotomía emocional / racional se aproxima a la distinción popular entre 'corazón' y 'cabeza' (..) existe un declive constante en el índice de control racional-a-emocional sobre la mente; cuanto más intenso es el sentimiento, más dominante se vuelve la mente emocional, y más ineficaz la racional. Esta es una combinación que parece surgir de eones de la ventaja evolutiva de las emociones y las intuiciones que guían nuestra respuesta instantánea en situaciones en las que nuestra vida está en peligro, y en las que detenerse a reflexionar en lo que debemos hacer podría costarnos la vida".
(Goleman, G-37, p. 27)


     El proceso de acumulación cada vez más considerable y rápido de conocimientos científicos constituye la característica fundamental de los últimos siglos de nuestra civilización. A partir de las definiciones pioneras de Peter Drucker se ha hecho clásica su representación por la curva de aceleración exponencial de la historia (Fig. N° 1). Sin embargo, esta acumulación de datos en forma de documentos y publicaciones de todo tipo, y ahora con mayor razón desde la difusión cibernética, está disponible para las bibliotecas e instituciones científicas de todos los habitantes del mundo(1). Si fuera sólo la disponibilidad de información la clave del progreso, todos los pueblos y países tendrían niveles muy parejos de desarrollo. La diferencia evidente existente entre los pueblos adelantados y los atrasados, y la brecha creciente que los separa, obedece a que los primeros tienen individuos y comunidades con psicología, cultura, organización e instituciones altamente tecnotrópicas, permitiéndoles crear y manejar la información científica, en tanto que los segundos, tienen modalidades, valores, actitudes e instituciones mucho menos conducentes para dicho fin. Son tecnófobos. En la figura N° 1 esta diferencia esencial queda representada por la distancia entre A y B.
     La puesta en marcha a través de una evolución larga y azarosa de las actitudes tecnotrópicas, que en un momento de la historia posibilitaron el predominio de Occidente sobre el resto del mundo, tiene evidente paralelismo con la ya citada personalidad realizadora (achieving personality) de Mc Clelland, M-45; Hagen, H-4; Hoselitz, H-39 y H-40; Fromm, F-35; y otros. Estas aproximaciones se fundan en los mecanismos psicológicos profundos, transgeneracionales, que determinan la personalidad creativa, dotada de intenso afán de logro y de lucro o, por el contrario, las formas autoritarias o pasivas que predominan en el tradicionalismo.
     La identificación académica de este tipo de temperamento se inició ya hace tiempo. Werner Sombart definiría a la personalidad del burgués que aparecía como clave de la Revolución Industrial diciendo:

"Casi parece como si la diferencia entre el burgués y el no burgués fuera la expresión de otra divergencia esencial que separa a los hombres en general (o al menos a la humanidad europea) en dos categorías: los expansivos o derrochadores y los receptivos o ahorradores. La característica esencial del hombre la constituye una antinomia conocida ya por los antiguos y puesta de relieve especialmente por los escolásticos: luxuria-avaritia. Ciertos hombres se muestran indiferentes a los bienes externos e internos y despilfarran despreocupadamente, conscientes de su propia riqueza: otros, en cambio, los administran, protegen y cultivan cuidadosamente, velando por mantener el equilibrio entre el gasto y la adquisición de ideas, energía, bienes y dinero. (..) Este antagonismo se refleja asimismo en una valoración radicalmente distinta de la actividad humana; los unos sólo consideran válida aquella actividad que dignifica y distingue al hombre como personalidad, los otros dan por buena toda ocupación en tanto sirva al bien general, es decir, en tanto sea útil. Se trata de una diferencia infinitamente importante en la forma de ver la vida, y según predomine una u otra concepción, tendremos dos culturas completamente distintas."

      Similar observación está implícita en la definición del homo aeconomicus, requerida por los economistas para permitir el juego adecuado de los principios de su ciencia.
Los adelantos de la psicología han permitido elaborar profundamente estos conceptos para llegar a explicar la personalidad realizadora y su vinculación con el tecnotropismo de cada grupo humano y el ritmo de acumulación de su capital social. Son todos elementos que forman parte del nuevo concepto que asigna primordial importancia a la actitud y el comportamiento cultural de las poblaciones en la determinación de los actos sociales. Esta línea de pensamiento ha estado presente desde las observaciones de Max Weber sobre los tres tipos de acciones sociales -las tradicionales, las afectivas y las racionales- pasando por los elaborados aportes de Vilfredo Pareto sobre los residuos, derivaciones, intereses e inclinaciones que intervienen como limitantes en el comportamiento humano.
     Actualmente se ha evidenciado irrefutablemente la importancia de los elementos que hemos englobado dentro del paideuma de una comunidad para interpretar su aptitud para la consolidación institucional. Por mucho tiempo, sin embargo, esas observaciones fueron postergadas en la atención de las ciencias sociales, en sus versiones funcionalistas y científicas que preferían clasificarlas como superestructura dependiente de los elementos estructurales supuestamente más fuertes, tales como la división de clases, las diferencias en el ingreso, los sistemas de dominación, etcétera.
     En nuestros días, las diversas ramas de las ciencias sociales, en forma independiente o integrada analizan la conducta de las sociedades. Se considera el avance en la historia como una maduración compleja y sutil interior de los pueblos hacia la civilización (Ellas, E-4), vuelve a discutirse la influencia de factores biológicos en las ciencias sociales (Degler, D-33), se reconoce la importancia determinante del comportamiento humano (Daus, D-3) y se ha desechado el relativismo en la evaluación de los factores culturales (Sebreli, S-33; Sowell, S-55), se ha mejorado la comprensión de la inteligencia emocional y su influjo sobre el comportamiento (Goleman, G-37). Aparecen así nuevos elementos útiles para evaluar los grados y formas de modernización o civilización alcanzados por cada uno.
     Daremos importancia entre los factores causales de las personalidades escasamente dinámicas y con tendencias negativas a la paternación defectuosa, que lesiona persistentemente la personalidad del individuo y a la estructura estamental de la sociedad que crea condiciones adversas para la evolución de sus aptitudes.
     Los estudios distinguen claramente las comunidades que han desarrollado estilos de dominación racionales y no arbitrarios, en las cuales surge y crece la confianza porque las capacidades creativas y organizativas sólo están sujetas a normas de derecho respetadas por todos. En estas condiciones el capital social se acumula bajo la forma de actitudes individuales y colectivas, e instituciones eficaces y constructivas; es posible y redituable construir.
     Estos grupos adquieren notorias ventajas tecnotrópicas y acumulan rápidamente riqueza y poder.

Notas al pie

(1) De esta disponibilidad se excluye solamente una parte reducida del conocimiento más reciente, protegido por secreto estratégico, por los costos necesarios para solventar las patentes de invención u otras restricciones que lo reservan por algún tiempo para uso del individuo o grupo inventor o descubridor dentro de la intensa puja por el liderazgo tecnológico. Las restricciones desaparecen o se trasladan cuando el propio dinamismo del progreso científico empuja la frontera del conocimiento un paso más adelante.