MESTIZAJE, BARBARIE Y CIVILIZACIÓN
El mestizaje en América Latina
Raza y cultura
Paideuma e identidad
El genio de las culturas
Tecnofobia y tecnotropismo
Bárbaros y civilizados
Personalidad realizadora y capital social
La escala mundial del tecnotropismo
El balance de coloniaje y mestización

"... otros (españoles) tenían acceso carnal con madre e hija, dos hermanas, tías y sobrinas y otros parientes, y las indias libres crystianas vendían, trocaban y cambiaban como si fueran esclavas, y especialmente el dicho Domingo de Irala lo hizo, e otorgó cartas de venta ante escribano de las indias libres que vendió, e demás desto estaban amancebados con treinta y cuarenta y cincuenta mujeres..." (Núñez Cabeza de Vaca, C-1)

"La civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción." (Freud, fide Agulla (A-15, T. II, p. 211)


     Estamos interpretando los fenómenos de la integración étnica y cultural que tan marcados efectos han tenido desde la conquista de América, como sólo uno más de los muchos procesos similares reiterados en el mundo y en todas las épocas. Cada una de las pequeñas y grandes invasiones que se han sucedido en la historia, la marcha de cada uno de los imperios, desde tiempos inmemoriales, fueron acompañados por conflictos de culturas y cotejo de instituciones cuyas derivaciones son perceptibles encubiertas en la casi totalidad de las poblaciones presentes. Estos procesos sufrieron una notable intensificación durante los siglos de la expansión imperial de Occidente.
     Con el fin de ubicar mejor el problema a escala histórica citaremos un solo ejemplo revelador, entre los infinitos disponibles. A principios del siglo XIX, cuando Francia venía emergiendo de su Révolution, la vista perspicaz del Conde de Saint Simon, uno de los pioneros de la sociología científica, atribuiría todavía los difíciles problemas que enfrentaba Francia para ingresar de lleno en la Revolución Industrial, a la incompleta integración de los troncos inciales de galos y francos. Los galos célticos originarios habían combatido contra César comandados por Vercingétorix, antes de Cristo, pero la invasión de la nobleza militar carolingia descendiente de Carlomagno, en el siglo VII de nuestra era, los había relegado a los márgenes celtas del territorio como campesinado pobre(1).
     Transcurridos desde entonces más de mil años de la rica historia de Francia, los conflictos entre dos raíces genéticas y culturales que pocos franceses contemporáneos eran capaces de percibir, seguían condicionando los procesos sociales.
Actualmente se multiplican los estudios efectuados sobre poblaciones con culturas diversas en el mundo entero para desentrañar los mecanismos psicológicos profundos movilizados en la historia. Termina por reconocerse en todos ellos motivaciones y mecanismos similares (Hagen, H-4; Me Clelland, M-45; Hoselitz, H-39; Elías, E-4; Sowell, S-55; Goleman, G-37; North, N-8 y N-9; etc.).
     Dentro de estos fenómenos generales de transculturación habrá matices importantes según sean las características de los paideumas participantes en la relación. Puede ocurrir que dos mentalidades puestas en contacto tengan rasgos distintivos, pero que su nivel general de evolución en la civilización y su desarrollo institucional sean equiparables. En ese caso, los intercambios pueden efectuarse inter pares, lo que los hace más aceptables. Los sistemas internos de dominación, imprescindibles en toda sociedad organizada, se establecen alrededor de normas racionales, que evitan todo abuso del poder por alguno de los grupos y permiten la progresiva preponderancia de la razón científica y tecnológica, en buena armonía con el pensamiento emocional, en el equilibrio que caracteriza a las comunidades tecnotrópicas, progresistas. Ambos grupos pueden llegar a sublimar sus otredades conflictivas (costumbres, lenguaje, religión, etc.) y se enriquecen. Es el caso de alemanes, franceses e italianos en Suiza, o de flamencos y valones en Bélgica. En otros casos, los conflictos pueden arrastrar por siglos, como entre bosnios, serbios y croatas, o entre turcos y kurdos, o entre hutus y tutsis, o entre musulmanes shiítas y sunnitas, y así en infinitos ejemplos, en los cuales las dominaciones entre los grupos se mantienen en forma menos racional por un equilibrio de poder apoyado en violencia explícita o por otros predominios descarnados de uno de ellos. Precisamente las tendencias a la multiplicidad cultural que prevalecen en el post-modernismo reciente tienden a marcar más fuertemente las identidades diversas y a hacer más profundas las líneas de frontera o de ruptura entre culturas, incrementando el número de conflictos y escisiones por el fenómeno que Huntington bautizó como choque de civilizaciones (H-47 y 48).
     La definición del nivel relativo de unas culturas e instituciones y el inevitable cotejo con otras, es tema dificil. Fundamentalmente las culturas son diferentes entre sí, lo que crea superioridades e inferioridades en aspectos parciales. En algunos casos los desniveles generales son notorios facilitando su ordenamiento relativo, pero en otros, se hace difícil sacar conclusiones.
     Hay mucho escrito sobre las experiencias históricas de pueblos con rasgos culturales altos para su momento, que fueron sojuzgados y debieron civilizar a dominadores más bárbaros que se les habían impuesto gracias a una superioridad político-militar circunstancial. Tal sucedió por ejemplo en las culturas mesopotámicas antiguas obligadas a absorber a invasores hititas, escitas, medos y persas de costumbres mucho más toscas (Racionero, R-1).
     La formidable expansión de Occidente hasta dominar todo el mundo recién descubierto se fundó en el manejo de herramientas tecnológicas superiores de todo tipo por los europeos, que los colocaron en situación de dominar a los demás pueblos, obligándolos a defenderse en retirada. En algunos casos, se llegaría hasta la virtual asfixia de los valores, creencias y estilos de pensamiento y el reemplazo de las instituciones de los sometidos o éstos intentarían sobrevivir en identidades híbridas, que mostrarán duros signos de la arrogancia de los miembros de la cultura dominadora y las reacciones espasmódicas de los dominados pugnando por romper su dependencia. Este es el caso de todas las culturas coloniales del mundo, hijas de la oleada occidental, incluyendo a las criollas, mestizas morenas, de europeo con aborigen y/o africano, que pueblan la América Latina. Hemos de describir los mecanismos políticos, psicológicos y sociales por los cuales las poblaciones criollas adoptaron el modelo social estamental recibido de sus raíces, tanto las peninsulares como las tradicionales morenas, con profundas diferencias de posición y privilegio entre diversas capas sociales, pero además, lo reforzaron con una estratificación en castas de amos y siervos, que dieron a las comunidades criollas características de estamentalidad aún más marcadas.

Notas al pie

(1) Los mismos resabios culturales en la gestación múltiple de los fenómenos históricos pueden descubrirse en Francia, según algunos autores, en la represión del cisma de los albigenses por Simon de Montfort, agente de los Capetos, en el siglo XI (Racionero, R-1), renace durante la Revolución Francesa con la difusión de la teoría que la identificaba con la expulsión de los amos teutónicos, en una postergada revancha de los gálicos. Esto sería refutado a su vez, desde el exilio, por el conde Gobineau con la postulación de su teoría de la raza aria dominante (Popper, P-36). Coetáneamente, por paradoja, los revolucionarios ahogarían en sangre las sublevaciones de los chouans, un reducto puro de origen celta.